Imperial Glory. Permiso de Paso. Alimentos. Relato.
Introducción
Los austriacos se habían impuesto en Europa a base de puño y espada y poseían toda la parte oriental de ésta. En principio nos habían dejado de lado y se concentraron en anexionar las regiones y capitales del este y en aniquilar y someter los imperios de Prusia y Rusia, pero una vez acabada esta enorme y exitosa tarea, dirigieron sus rostros hacia nosotros y comenzaron a desplazar sus poderosos ejércitos a los largo de nuestras fronteras.
Nuestra derrota no era segura, pero sí nuestras cuantiosas bajas. No disponíamos del suficiente oro para establecer tratados de alianza que impidieran el ataque, así que nos volcamos en utilizar las artimañas comerciales y diplomáticas para deshacernos de ellos poco a poco. Sin disponer de tropas suficientes para un equilibrado enfrentamiento y tras una extraordinaria gestión diplomática y estratégica de nuestro reciente y fiel colaborador Don Armando Greñas, se decidió la eliminación austriaca sin el uso de la espada, utilizando un elemento más dañino si cabe: el hambre.
Inicio de los Acontecimientos
Inmediatamente contraté los servicios de Don Armando Greñas, famoso diplomático de origen griego, natural, con azúcar, y de extravagantes e impredecibles decisiones diplomáticas. Don Armando era bajito, gordito, raro en su vestir, raro en su comer, raro en su andar, raro en..., bueno, era raro, pero una de las pocas personas en las que raramente se podía confiar. Lo conocí en una procesión de semana santa, yo le pedía caramelos, el intentaba bajar de peso.
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El regordete personaje nada más ponerse a cargo de nuestras relaciones internacionales intentó una y otra vez, pero sin éxito, alianzas con Austria, y estos, al mismo tiempo que las rechazaban segúían desplazando tropas hacia nuestro imperio. Armando Greñas, en una de nuestras reuniones de urgencia, me dice que espera que sigamos sus indicaciones sin pestañear. Yo las sigo al pie de la letra, pero no consigo dejar de pestañear. Su primera indicación es una declaración de guerra a Austria. Declaramos la guerra a Austria. Nuestras tropas, ante este aparente y desastroso acto diplomático, contempla el inmenso poderío militar austriaco preparando el asalto final sobre nosotros, y se cagan patas abajo, pero lo disimulan con orgullo. |
El pueblo se avalanza sobre la embajada de asuntos exteriores en busca y captura de nuestro Armando Greñas con intención de lincharlo. Pero él, impasible ante los gritos que llegan desde la multitud, tapona con los índices sus orejas y se limita a continuar con su labor. En esos momentos se estaba preparando un cocido madrileño y no tuvo má remedio que coger el cucharon de palo con los dientes para darle una vuelta a los garbanzos.
¡Gordo mamón! ¡Te vamos a convertir en chorizo! Evitaba escuchar desde la calle.
Todo hacía presagiar lo peor. Sabíamos que la batalla tenía un claro vencedor y nuestros psicológos y psiquiátras trabajaron más duro que nunca. En sólido equipo con los mejores oradores habían conseguido que las tropas estuvieran preparadas para espicharla a gusto recibiendo valerosamente y con fiereza la bestial embestida de la potente maquinaría austriaca. Yo preparé el billete para cuba.
Y llegó el día, un amargo día, sólo había que esperar hasta su amanecer, pero...
Tres de la mañana, Cuartel General. Recibo al presuroso, sudoroso, y con cara de oso enviado de Don Armando Greñas. Rápidadmente me hace entrega de un mensaje. Sólo indicaba una cosa: Trasladar a un oficial, sin tropa alguna, a nuestra región del Algarve. Ordeno que ejecuten la extraña orden inmediatamente. Y digo extrana con razón, ¿porque a ver que coño hace un sólo capitán, y sin tropa alguna en la punta de la península ibérica cuando tenemos montada la marimorena al este de europa? Aún así, sólo me queda confiar en la astucia de mi gran amigo, y por supuesto en que el billete a cuba no haya caducado, porque hacía más de dos semanas que me lo había sacado.
Cuatro y media de la mañana. Vuelvo a recibir al enviado de Don Armando Greñas que me traslada un nuevo mensaje, esta vez manchado de "manteca colorá". Armando nos pide que solicitemos ahora un tratado de paz. ¿Qué tontería no? Podiamos habernos evitado la declaración de guerra anterior, leñe. Pero no, la estrategia tenía su sentido. Ofrece la región del El Algarbe a cambio de la firma del tratado.
Para nuestra alegría, Austria acepta.
El pueblo grita de alegría. Nuestros soldados gritan de alegría. Armando grita de alegría, y yo grito de alegría al comprobar que efectivamente, el billete a cuba había caducado el día anterior.
Pero, ¿Cómo nos afectó la operación diplomática y táctica que Armando Greñas había realizado? Respuesta: el imperio de Austria, aceptó el tratado de paz a cambio de la región ofrecida y al mismo tiempo se veía obligado a concedernos un permiso de paso de ocho turnos de duración, para que el solitario capitán que situamos en el Algarbe puediera salir tranquilamente de ella.
Recordamos otra norma del juego. Cuando un país concede un permiso de paso a otro, significa que ese otro país puede moverse por sus regiones tranquilamente durante los turnos pactados, pero también incluye que ninguno puede atacar al otro durante ese tiempo.
Con un solo capitán y mezclando las relaciones diplomáticas y comerciales adecuadamente, hemos evitado un ataque inminente y ahora tenemos por delante ocho turnos de seguridad. A partir de ese momento fortalecimos el comercio edificando en las mismas capitales de Austria, ya que pretendíamos un amplio periodo de paz con ellos, que nos permitieran la compra paulatina de todas las regiones que habían anexionado en toda europa. Les dejaríamos sólo con sus cuatro originarias provincias. Debilitaríamos su ejército al no disponer de suficientes alimentos.
Hay que tener en cuenta que nos enfrentamos a la máquina del juego. Un humano no hubiera aceptado vender tantas regiones, aunque tal vez en la vida real sí. La historia nos dice que la codicia es un arma fabulosa en manos diplomáticas adecuadas.
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Vendimos territorios a Marruecos y a Egipto para realizar dichas inversiones y seguir comprando regiones a los austriacos y luego recuperamos lo vendido conquistando África entera potenciando así nuestro principal objetivo: evitar que Austria se hiciera de alimentos al negociar con los únicos países que quedaban sin conquistar. Resumiendo, fuimos comprando regiones austriacas, una tras otra, y veíamos como sus tropas iban desapareciendo poco a poco al no disponer de alimentos ni edificios donde acuartelarlas para no consumirlos. Con nuestras ofertas comerciales habíamos conseguido enriquecer al imperio austriaco hasta el máximo de sus posibilidades, tal como reflejaba la barra de estadísticas, ¿pero para que tanto oro, si no dispones de pan ni gente que te lo venda?. |
Mantuvimos su porcentaje de oro al 100% pero también su porcentaje de alimentos en 0%. En el transcurso de todas estas transacciones y ayudandonos del mismo oro que nos producían sus rutas comerciales, habíamos fortalecido enormemente nuestras tropas. Sólo nos quedó dar el puntillazo. Aprovechamos que el ejército austriaco se había dividido ocupando tres de sus cuatro regiones y las invadimos al mismo tiempo. Conquistamos el mapa. Bien por Armando. |
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